Benjamín Palencia

Barrax, Albacete, 1894 - Madrid, 1980

Su deseo de aprender pintura lo llevan, en 1909, con tan sólo quince años de edad, a Madrid, pero se mantiene al margen de la formación académica y oficial.

Nunca quiso estudiar en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, principal foco de aprendizaje para numerosos artistas durante aquellos años, ya que la formación

académica y tradicional que allí se impartía nada tenía que ver con su manera de entender el arte.

Tiene una visión personal y una forma de hacer particular. Se preocupa por lo formal y por explorar nuevos caminos pictóricos para conseguir un lenguaje propio. Desde que empieza a pintar, su arte es el reflejo de la vanguardia. Su evolución le permitió reflejar diversas tendencias, como el impresionismo, el cubismo, lo abstracto y el surrealismo.

En 1925 participa en la Exposición de Artistas Ibéricos en el Palacio del Retiro de Madrid. Los bodegones y las naturalezas muertas que Palencia realiza durante estos años muestran reminiscencias cubistas y una tendencia hacia la geometrización.

Al año siguiente, se traslada a París donde conoce a Picasso y Gargallo. Su estancia parisina le introduce en la técnica del collage, que aplicó más tarde a sus lienzos incorporando nuevos elementos matéricos como la arena y las cenizas. La esquematización de sus paisajes, temática preferida en su producción, absorbe rasgos cubistas y al final, se inclinan hacia la abstracción.

Es a partir de su estancia en París cuando su obra adquiere un tono surrealista, mostrando progresivamente una mayor libertad expresiva, que corresponde a su periodo de madurez. Abandona paulatinamente los bodegones y retoma el paisaje castellano realizando una magnífica síntesis entre tradición y vanguardia. Representa el paisaje con una estética próxima al surrealismo, a lo que se unirá una novedad, el empleo de materiales extraídos del propio paisaje, algo inusual hasta el momento.

Esto lo llevará a sus máximas consecuencias en la Escuela de Vallecas, fundada junto con escultor Alberto Sánchez en 1927. Estilísticamente se sitúan entre el postcubismo y el surrealismo naciente. Algunos ejemplos de su incursión surrealista son Composición prehistórica (1930), Paisaje verde (1931) o Formas prehistóricas (1933).

Durante la Guerra Civil, Palencia permanece en Madrid. Supone un periodo de crisis, como para otros artistas de espíritu renovador. En 1939 y 1940 su pintura da un giro bastante radical, abandona sus producciones cubistas y casi abstractas, e incluso los aspectos de carácter surrealista, en busca de un arte de fuerte impacto colorista, ligado a la pintura fauve. Las formas adquieren un mayor volumen, aumenta su preocupación por los aspectos lumínicos y por la intensidad del colorido, con una evidente violencia en su aplicación. El paisaje y la naturaleza protagonizan sus imágenes.