Como muchos jóvenes de su tiempo, emigró a Brasil, donde fue alumno del artista alemán Ernesto Papf.
Uno de los mayores valedores de su obra fue su amigo y escritor Eliseo Alonso, que plasmó en uno de sus libros el sacrificado crecimiento artístico del pintor, hasta llegar a sus primeros triunfos, con exposiciones en las ciudades brasileñas de Sao Paulo, Santos, Para, Manos y Río de Janeiro, cuyo éxito compensó los duros momentos vividos.
La extraordinaria sensibilidad de Antonio Fernández se ve reflejada en su pintura, sencilla y llena de luz. Con asociaciones de verdes, azules y ocres retrata espléndidos paisajes de montañas y animales. En los últimos años se centra en paisajes marinos.
Además de las colecciones de Brasil y España, fue representado en casi todos los museos de Galicia y el Museo de Lugo le dedicó la ‘Sala Antonio Fernández’.