Antonio Lago Rivera

La Coruña, 1916 – París, 1990

Inició sus estudios en la escuela de Artes y Oficios de su ciudad natal en los años de preguerra. Al concluir la contienda civil se traslada a Madrid, para cursar la carrera de Bellas Artes en la Escuela de San Fernando. Cuenta entre sus profesores a maestros como Chicharro y Vázquez Díaz. Es becado por la Diputación herculina, y gana igualmente una beca para El Paular, en 1944. Un año después la dirección de Asuntos Internacionales de Francia lo pensiona para completar estudios en la Escuela de Bellas Artes, en París.

Comienza a exponer en la ciudad francesa en 1946, ayudado por Jaume Sabartér, secretario de Picasso. Con su amigo el pintor José Guerrero, que ha compartido esta primera muestra, regresa a Madrid en 1947. Una seria enfermedad le tiene apartado algún tiempo de la pintura. Repuesto, regresa a París al mediar el siglo y contrae matrimonio con una francesa.

Instalado definitivamente en Francia, allí permanecerá hasta su muerte, aunque sus visitas ocasionales a España, e incluso a Galicia, son frecuentes.

Lago Rivera va consolidando su fama con una pintura de extraordinaria delicadeza, que hoy está en los museos de Arte Moderno de Francia, de Madrid, de toda Galicia y de numerosas ciudades de Europa y América.

Desde una inicial etapa figurativa, de rigor dibujístico y colorismo caliente, deriva hacia una total simplificación, de exquisito lirismo en entonaciones suaves, de azules, rosas y amarillos desvaídos. Infantiliza los temas y los hace casi monocromos. El azul tenue, con zonas de blancos, será su cromatismo preferido. Nada más delicado, más lírico e intimista que sus bodegones, donde las cosas representadas cobran una espiritualidad casi religiosa. Una luz tamizada envuelve las representaciones, y hay siempre en sus cuadros una atmósfera de neblina. A veces recurre a la anécdota, para transformarla en pintura pura. En sus paisajes apenas hay referencias.

Antonio Lago Rivera